29/9/14

Algo me queda

Algo me queda. Incluso cuando estás más vacío que papel de chocolate cerca de mis manos. Aún después de que te rompan el corazón en mil pedazos, que te echen de un laburo, entre otras desgracias. Ahí en los suburbios, donde todo es oscuridad, las malas lenguas dicen que algo te queda y donde descubrís quien realmente sos. Cuando pasa el tiempo y las heridas van cicatrizando, cuando vas asimilando y te vas acostumbrando que ‘la manera’ en que son las cosas, cuando explorás esas ciudades del después, encontrás el sabor de la experiencia. Y la experiencia te da aprendizaje, y el aprendizaje te ayuda a no cometer los mismos errores (en el mejor de los casos, claro.) Lo he dicho muchas veces, pero el gran maestro de esta vida es el dolor. Aprendemos a los golpes, nada más cierto que eso.
Paradójicamente, los golpes además de ‘educarnos’ sin mucha pedagogía, nos dejan tesoros.

Algo me queda. Me quedan las ansias de aprovechar al máximo cada momento, de exprimirlo, de sacarle el jugo, por más pequeño o  modesto que sea. Soy una convencida de que lo más grandioso de esta vida son los detalles. Hace unos días me puse a leer conversaciones que tuve con ‘la gente’, en general. Y parece poco cierto: yo no me había dado cuenta pero soy simpática. Jajaja, y eso que me molesta ser simpática por deber, pero… el punto es… cuánto cuesta ver mis virtudes! que pedazo de conchuda! Y esas virtudes forman parte de estas cosas que me quedan y que a veces paso de largo, las naturalizo. En definitiva, la experiencia de verme desde afuera tuvo como resultado la grata sensación de que sería amiga de mí misma.

Algo me queda. A mí por ejemplo, me quedan estas ganas de reír. Adoro la risa, es terapéutica. Soy especialista en reír, inclusive en la peor de las tristezas. Creo que es un don saber reír en las adversidades o en medio de una tormenta de conchudez. Hoy por ejemplo dentro de mi absurdo melodrama, pensé cosas graciosas todo el día.

Algo me queda. Me quedan, mis amigos. Me quedan las ganas de vivir, de escribir, de conocer, de experimentar, de arriesgarme, de pensar que puedo. ¿Se dieron cuenta lo difícil que es creer que lo vamos a lograr, que es confiar en nuestras capacidades? Seguramente sí… y sino les cuesta, los admiro.

Algo me queda. Quienes te ayudan, las personas que te consuelan, que te brindan una palabra de aliento cuando todo es penumbra y oscuridad. Quienes creen que un mundo mejor es posible, que resucitar de los escombros puede ser real si te lo proponés. Me quedan las ganas de prepararme una falsa comida gourmet cuando mamá no cocina, de aprender alguna que otra receta mejor que esa, de leer un libro nuevo, de decorar mi habitación, de creer que puedo enamorarme de un hombre que no sólo valga la vida, sino también los momentos, mi tiempo mis ganas, mi corazón mi todo; (no será mucho?)  Me quedan las ganas de salir a rollear una vez más por el rosedal, de volver a ver a mi sobrina Kalisi y darle muchos besos y hacerla reír; las fotos, los recuerdos, las renuentes tardes de sol, caprichosas como el azar. Me quedan los papeles de chocolate, el flash de su sonrisa, las fechas de rigor tatuadas en mi memoria, dieciocho de julio, siete de julio, ese abrazo y nunca te voy a olvidar. Me queda la fantasía, la esperanza, el teclado, las letras, el francés, las frases, las fragancias, los aromas, el roce. Mis hermanos, mamá, papá y su grandeza.  (Y sus ganas de romperme los huevos creyendo que nunca crezco)

Algo me queda. Me queda esta conciencia de que ser feliz es una decisión terriblemente difícil de tomar, decisión al fin. Me queda este sinsabor, esta amargura, que si bien son términos peyorativos, me ayudan a entender que la vida es muy corta para lamentos. Y básicamente, me queda por decirles que el mensaje de esta entrada es precisamente ése. Alertarlos de que somos finitos… que la vida no ofrece mucha certeza, salvo una y es que tarde o temprano llegará a su fin. Que somos efímeros, que hoy sí y mañana quién sabe y a veces no avisa, y no da revancha ni lugar a despedidas. Por eso vivan intensamente el ahora, luchen por sus sueños, amen a sus seres queridos, demuestren cariño, corran riesgos, enamórense, cambien de carrera o de trabajo si no les satisface, muévanse de donde están parados si así no son felices, vuelvan a empezar mil veces si es necesario, resurjan de las cenizas, esperen, superen, suspiren, escriban, pidan ayuda, pierdan el orgullo cuando la situación lo amerite, valorense mucho; CREAN en ustedes mismos, porque lo que uno CREE, también lo CREA y sobre todo porque hay una sola vida para comprender que la vida es una sola.

Me fui a ser feliz. (Mentira, me fuí a fumar uno y bajonear torta)

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