9/3/14

La intuición no falla

Parecía un día más, otro agotador día, haciendo las cosas que elijo hacer. Después de levantarme con una resaca de la noche pésima que tuve, me duché... y como muy pocas veces me pasa, estuve por un rato totalmente indecisa y disconforme con la ropa que me iba a poner. Algo sentía; sabía que quizá esta tarde lograba cruzarme con él. Aunque si, las posibilidades no eran muchas, temía que pasara y no estar lo suficientemente exquisita para su vista, después de no verlo un par de meses.
Ahí estaba, cumpliendo con mi trabajo, parada bajo el sol y revoloteos ojs por todos lados para observar si veía alguna cara conocida que me apetezca saludar. Y así fue, como a los sesenta segundos lo tenía parado en frente mio. Siempre tan radiante con su ropa elegante, de colores. Unos ray-ban aviador que encajaban perfectamente en los rasgos de su cara.
Lo miré bajo mis anteojos de espejo rojizo y esbocé una pequeña sonrisa; solo para disimular esas ganas enormes que tenía de ver su agraciado físico frente a mi. Levantó sus lentes por unos segundos para mirarme con sus ojos del color del agua del caribe, tan cristalinos y grises.
Mucho no nos dijimos en ese momento. Transmite sensaciones desorientadas; una puede pensar que nuestro encuentro no lo altera en lo mínimo o quizás recordó algunas de nuestras vivencias tan eróticas juntos; como yo.
Lo seguí con la vista durante un buen rato, no había nada mas que me entretenga, ni quería que lo haya. Disfrutaba verlo en sus bermudas color salmón y su camisa de jean a medio abrir revelando el principio de su pecho. Tan simple vestimenta se vuelve tan elegante bajo esa cara tan... majestuosamente llamativa.
Me topé con una oleada de distintos grupos de personas amigas, y así buscaba entretenerme para dejar de estar inquieta y buscándolo con la mirada constantemente.
Al tercer "amigo" que encontré, le ofrecí algo para que beba y le dije que nos dirijamos a donde estaban sus amigos, teniendo la esperanza en lo profundo de mi psiquis, de que estén ubicados cerca de él. Y si, obvio, así fue... ellos estaban al lado y fue perfecto para que mis hormonas sigan alborotándose por este hombre.
Lo miré de reojo durante unos minutos, hasta que me quité mis gafas y lo observé fijo, sonriendo tunante, para que sepa que intenciones precisas tengo con él.
Me le acerqué, despacio mientras me miraba sonriendo, y le ofrecí lo mejor que tengo a mi poder para que beba... "¿querés tomar un champagne?" y asombrado y desentendido, aceptó.
Conversamos fugazmente de pequeñas cosas trágicas pero de forma cómica, que pasaron en nuestra vida estos 2 meses que no nos cruzamos. Hasta que, como siempre, estuvo el momento de tensión sexual entre nosotros, frente a mucha gente que nos rodeaba. No voy a entrar en detalles realmente porque llegamos ahí de una forma muy sencilla y estúpida, tal como con la vulgar expresión  "que paja tengo". Y todo se desvirtúo cuando se atrevió muy audaz-mente a tocarme con su pulgar la comisura de mis labios y me susurre... "quedaría bien un poco de mi, por acá" mientras deslizaba su dedo por mi labio y mi mentón. Mis ojos se pusieron como dos espejos, y si, mi diosa interior bailaba sobre la mesa, muy divertida.
Con algunos comentarios, me dejó saber que, un poco observa qué es de mi a través de las redes sociales.
Le aclaré para no sentirme excedida, que la invitación de la bebida iba debido a mi trabajo ahí, ya que él no lo sabía. Y a los pocos minutos finalizó mi conversación, me acerqué y muy levemente movió su rostro para que nuestras comisuras se rosen, y me retiré con gracia.

A veces si considero que uno puede estar obsesionado con un cuerpo, con la energía que emana tal. Con la idealización que podemos hacer de cómo sería cierta persona si yo fuese alguien en su vida, y viceversa.
Me emociona las historias que genera mi cuerpo y mi cabeza al ver a este hombre. Sencillamente eso... lejos de tratarse de un amor verdadero. Simplemente, química sensorial.