20/12/16

Una elección

  Y si vuelvo a escribir, no estaré confirmando que ha vuelto la infelicidad? "Estás mejor", dice la misma gente que ayer afirmaba "no se te nota que estés deprimida, no pareces enferma, pareces normal". Normal, esa convención.

  Normal, quién quiere ser normal?, quién quiere mirarse al espejo y sentir que no hay nada al otro lado?, quién quiere ver el mundo sin maravillarse?

  Prefiero ser Caperucita en un bosque que se quema. Prefiero ser Cenicienta y que me sangren los pies, Rapunzel rapada o una sirena de piedra, antes que abandonarme a la gran costumbre. No quiero sentir que todo está bien o que es lógica la vida. No quiero levantarme y no sentir que me muero. Prefiero ser yo muriéndome...

 Elijo, la locura que nos cura de la normalidad, de la rutina, del trabajo que cotiza, del instinto maternal y de las ganas de ir al gimnasio. Elijo, no porque pueda dejar de ser yo y ser otra, sino porque hoy veo esto que soy, la parte que puedo ver de lo que soy, y lo abrazo, si es que puede uno hacer las paces sin perdonarse, y me digo "está bien ser así y no poder cambiar, está bien y me gusta, es mejor que ser quien no soy, está bien porque podría pensar que está mal pero elijo creer que está bien".

  Renuncio a ser normal. Y a esta gran renuncia le llamo elección.

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